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El arte de sobrevivir a la escritura

Por Gabriel Zanetti

Julio Ramón Ribeyro: 100 cavilaciones sobre el oficio
Carbón libros, 2023. 72 páginas.
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En un momento de mi vida y por varios años, me dediqué exclusivamente a llenar vacíos de autores no leídos y fundamentales. Entre ellos estaba el peruano Julio Ramón Ribeyro. Lo primero que leí fue el cuento “Los gallinazos sin plumas”. Lo encontré extraordinario, aunque ya no recuerdo más que su trama. Después de eso no he parado de leerlo. La ficción, los libros sobre literatura y sobre su vida, como el interesante Un hombre flaco de Daniel Titinger.

100 cavilaciones sobre el oficio parece ser un hermano chico de La tentación del fracaso, diario colosal. Ambos están compuestos de temas personales, paseos, anécdotas, análisis literarios, autores -Kafka, Joyce, Hemingway, Borges, entre otros-. Lo biográfico y lo literario se sopesan de buena manera, produciendo un libro de interés general y no particular -ceñido solo al mundo intelectual-.

Algunos ejemplos de ambas dimensiones mencionadas: “Comencé a escribir en el colegio, a los 12 o 13 años. Mi primer cuento era “La careta” y narraba la historia de un individuo que, para entrar a una fiesta, se coloca una máscara de burro. Cuando la fiesta termina y el individuo sale, no se puede quitar la máscara, se le queda pegada al rostro y ocurre que, a partir de ese momento, empieza a triunfar en la vida”.

Esta “cavilación” me recuerda algo que leí en un libro de Ricardo Piglia sobre Chéjov. El argentino señala que, en el escritorio de Chéjov, uno de los maestros del cuento que ha dado este planeta, se encuentra la siguiente nota: “En Montecarlo. Un hombre va al casino. Juega. Gana un millón. Vuelve a su casa. Se suicida.”. Pienso en el caso de Ribeyro y Chéjov, ambas “cavilaciones”, dejan ver procedimientos y métodos de escritura, especies de escaletas que develan que ambos autores, antes de escribir, tenían claro cómo abordar la narrativa, además de manejar lo que Piglia llama “los dos hilos de la escritura”, la contradicción, entre otras mañas literarias.  

“Cuando tenía 13 o 14 años viajaba solo por el Perú. Me iba a Tarma, donde tenía parientes, y después a Chiclayo y a la zona de Marañón. Lo hacía por conocer, por vivir la experiencia del viajero solitario. Así satisfacía mis deseos de aventura que después colmé en Europa. Fue el anticipo”. El mexicano Sergio Pitol contaba en su libro Una biografía soterrada, que tenía un diario inmenso, y que era su alcancía para encontrar temas e historias para desarrollar la ficción. En el caso de Ribeyro intuyo que es igual, o por lo menos parecido, más aún después de leer en este libro que la mayoría de sus cuentos escritos en primera persona son autobiográficos.

Anota en París, en 1953: “Quiero tan solo publicar algunas impresiones fugaces que más tarde placería recordar, estimular un poco mi reflexión sobre ciertos tópicos que el pensamiento meramente pensado no alcanza a sistematizar, hacer un poco de ejercicio de estilo y sobre todo reunir material -frases, descripciones, ideas- aprovechables más tarde en mis artículos o creaciones literarias”. Este breve volumen es una grata sorpresa dentro del panorama de publicaciones de las editoriales independientes nacionales.

Gabriel Zanetti (Santiago, 1983). Experto en creación literaria multidisciplinar (U. Camilo José Cela, España). Ha publicado columnas, crónicas y crítica literaria en El Imparcial de España, The Clinic, La Tercera y La Cuarta. También los libros Cordón Umbilical (2008), coautor de Prohibiciones & Títulos (2015), El pejerrey (2020), Juro que es verdad (2021) y el recientemente aparecido Nombres propios (2023). Realiza diversos talleres particulares de escritura creativa.

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