Al igual que en un conjuro o en un mantra, en los que se buscan las palabras justas, en su justo orden (¿o será un orden de sonidos?):
un niño en la oscuridad, presa del miedo, se tranquiliza canturreando. Camina, camina y se para de acuerdo con su canción. Perdido, se cobija como puede o se orienta a duras penas con su cancioncilla (…) salta del caos a un principio de orden en el caos, pero también corre constantemente el riesgo de desintegrarse.
El ritornelo les posibilita a los seres vivientes asumir puntos de referencia que los orienten en el caos de la vida y constituir así una dimensión que los haga sentirse “en casa”, pero también es aquello que “los fuerza” a salir de sus esquemas habituales (de sus casas) para crear otros nuevos, e incluso, a veces, para lanzarse hacia “el cosmos”: el muro de defensa más sutil contra el caos.
Pero lejos de señalar la simple repetición de una melodía, el ritornelo se presenta como una verdadera y prolífica “teoría del devenir”:
el universo, el cosmos está hecho de ritornelos; el problema de la música es el de una potencia de desterritorialización que atraviesa la Naturaleza, los animales, los elementos y los desiertos, no menos que el hombre.
La Casa y el cosmos es un original estudio sobre la filosofía de Deleuze y Guattari y el lugar que ocupa la música en su pensamiento. En la primera parte del libro, la música y la acción del ritornelo son localizadas en la naturaleza, conjugando filosofía y música con las teorías sobre los animales de Konrad Lorenz y en particular de Jacob von Uexküll. En la segunda parte, con la ayuda de dos grandes compositores contemporáneos, Olivier Messiaen y Pierre Boulez, Simone Borghi vuelve la atención sobre las nociones fundamentales que nos permitirán comprender la definición de música dada por Deleuze y Guattari como “actividad que consiste en desterritorializar el ritornelo.”