La luz y la montaña, la segunda novela de la escritora argentina Soledad Urquia, narra las experiencias y reflexiones de una joven madre que con su familia deja Buenos Aires y se va a vivir al valle de Traslasierra, un hermoso pero remoto lugar en la provincia de Córdoba.
En su primera novela, Mamá India (2016), Urquia había mostrado su interés por la búsqueda del sentido de la vida desde una mirada incisiva y honesta. En esta obra, estructurada como un diario autobiográfico, expande esta indagación y se adentra en los conflictos cotidianos de una madre que se enfrenta con su anhelo de espiritualidad. Su voz está influenciada por Natalia Ginzburg y Emmanuel Carrère por medio de un tono crítico y auténtico, donde cada pasaje que narra se presenta como una epifanía.
De esta forma, La luz y la montaña se relaciona con obras como Biografía del silencio de Pablo d’Ors y La montaña de los siete círculos de Thomas Merton, caracterizadas por relatar autobiográficamente búsquedas espirituales libres y expansivas, que rebasan e incorporan al mismo tiempo diversas tradiciones religiosas y filosóficas. Con referencias a textos sagrados orientales y occidentales, la protagonista se adentra en la práctica de la meditación, intentando conciliar esa tensión interna: seguir conectada a la tierra, con una vida relativamente “normal”, o renunciar a todo con tal de atisbar lo trascendente sin ataduras.
