Aparecida esta obra a mediados de 1973 por la Editorial Quimantú, en momentos que el país se
acercaba a la hecatombe de su quiebre institucional, no deja de ser aún para mí un acto gratuito, no
tanto por su posible inocencia, sino porque como un ciudadano más no supe advertir el tiempo que
sobrevendría. De ahí que el recuerdo de la aparición de este primer libro, ligado de mi parte más a
aquella época que a su contenido literario, me trae a la memoria la culpa que como posible
generación no supimos asumir ni menos enfrentar, si bien el libro fue censurado y retirado de
circulación por la dictadura. Pasados los años, tras el regreso a la ardua democracia, hoy Fuegos
artificiales lo observo como un pecado de juventud, irremediable quizás entonces, por considerar
que la imaginación, al modo de un juego de palabras, sólo respondía ante sí misma.
G.M.
GERMÁN MARÍN, nacido en Santiago de Chile en 1934, es autor de las novelas Círculo vicioso,
Las cien águilas y La ola muerta, que componen la trilogía Historia de una absolución familiar.
Asimismo, de Carne de perro, El Palacio de la Risa, Cartago, La segunda mano, Dejar hacer, El
Guarén, Notas de un ventrílocuo, Tierra Amarilla, Bolígrafo o Los sueños chinos, Adiciones
palermitanas, Tal vez sí, tal vez no, además de Fuegos artificiales, censurada en 1973, presente hoy.
Sus cuentos están reunidos en los volúmenes Conversaciones para solitarios, Lazos de familia,
Basuras de Shanghai, Compases al amanecer y en la antología Últimos resplandores de una tarde