Inicio de Ferdydurke: “El martes me desperté a esa hora inanimada y nula en que la noche ya está por terminar y sin embargo todavía no ha nacido el alba”. El rapto del narrador y el rapto del lector, es a la vez simultáneo y divergente. El narrador se convierte en protagonista de una aventura insólita y el lector, entre la risa y el asombro, descubre la irrisión de sus convicciones literarias.
Fui raptado por Ferdydurke cuando salía de la adolescencia, cuando al entrar en la juventud tuve la certeza de que la literatura estaba en el horizonte de mi vida. ¿Qué podía encontrar mejor que Ferdydurke? Nunca me separé de ese libro, nunca dejé de leer a Witold Gombrowicz.
Ferdydurke concluye con “el nuevo atrapamiento” porque librarse de un rapto que se realiza en nombre de ese juego de lenguaje que se llama la educación –cualquiera que sea– es convertirse en el portador de una forma que sólo se abandona por otra.
El rapto es retorno a la juventud y la huida de esa juventud (de la colegiala en la intriga con el viejo) conduce al peoncito. Las formas que caen dejan al personaje en una fuga sin fin, con la cara entre las manos.
El infierno cómico de Ferdydurke, donde el adulto no puede guiar al joven y el joven no puede guiar al adulto, pasa por círculos compuestos por una serie de personajes que, como en el cine mudo, invitan a una risa silenciosa.Witold Gombrowicz es un maestro de la comicidad que descubrió que el hombre no quiere ser Dios, sino que quiere ser joven. ¿No parece cierto?. Ya hablaremos.
Germán García
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