En una de sus cartas a Piero Soderini, fechada en el invierno de 1512-1513, Maquiavelo expone lo
que podría ser el corazón de su ontología, expresando que “los tiempos son varios y los órdenes de
las cosas son diversos” y que la felicidad (la virtú) se ve cumplida en aquellos que “hacen
concordar su modo de proceder con el tiempo” y el “orden de las cosas”. Esta multiplicidad de
tiempos y cosas expresa una teoría maquiaveliana de la temporalidad plural y la variabilidad de las
cosas. De lo que, en otro contexto, Maquiavelo llama virtud y fortuna. Pero también
“enclavijamiento”, atadura que impide la fantasía de un sujeto soberano que decide el curso de la
política y encarna la excepción hiperbólica. El sentido de la conjunción “los tiempos y las cosas”
señala así el momento fallido de la narrativa teológico-política. El sujeto nunca está solo y su
ipseidad es siempre performativa. La posibilidad de la república, en Maquiavelo, reside en las
posibilidades de composición de este entramado de tiempos y cosas con una violencia procedente
de la virtú del pueblo, la plebe menuda o un momento acéfalo (“disyunto”) que, sin embargo,
nunca se basta a sí mismo —nunca se experimenta como “soberanía”. La política es, con todo, una
cifra de estos choques y composiciones, de estas “coyunturas”.
Autor
Claudio Aguayo (Chile, 1988). Realizó estudios de filosofía en la UMCE y Universidad de Chile, en la
actualidad se encuentra cursando su doctorado en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Ha
desarrollado investigaciones en relación al pensamiento de Louis Althusser, Nicolás Maquiavelo y
Jacques Derrida, actualmente enfoca su trabajo en las relaciones entre psicoanálisis, literatura,
materialismo y violencia en América Latina. Ha publicado en revistas académicas de Chile, Europa y
Estados Unidos.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.