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El golpe que no viste llegar

Por Juan Pablo Navia Correa

Jorge Teillier. El mundo donde habito, prosas completas
Estudio, compilación y notas de Ana Traverso.
Ediciones UACh. 672 páginas
$25.900

Conocida fue la admiración de Jorge Teillier por el boxeo, el fútbol, la hípica y el deporte en general. Además, profesó una devoción educadísima hacia otras artes, disciplinas o actividades. Un tremendo bagaje cultural que trasuntó en versos rebosantes de intertextualidades, pero también en la prosa, faceta algo desconocida del autor, pero sumamente prolífica. Así da cuenta la obra que nos convoca: El mundo donde habito, monumental trabajo recopilatorio de textos, notas, reseñas y críticas publicadas por el poeta en diferentes medios y prologado por la Doctora en Literatura Ana Traverso.

No puedo dejar de visualizar, en un juego imaginario, a Teillier parado como un viejo púgil, con su guardia cerrada, cansado y empapado en sudor. Fiel a su estilo como declarara alguna vez: “Soy boxeador lento y llego al último round siempre”. Un boxeador que, a pesar del fragor de la contienda, guarda receloso su última carta: un golpe que no verás llegar. La figura del poeta, perteneciente y no a la Generación del ´50, era mucho más que la de un príncipe apuesto, a decir por biógrafos como Jorge Aravena Llanca, amigo cercano del escritor. A la postre, Teillier estudiaría Historia en la Universidad de Chile, llegando a ejercer como docente algunos años en Lautaro, su pueblo natal.

Este hecho podría marcar una rasgo notable y distintivo su formación intelectual, ya que muchos de sus artículos reflejaron la preocupación histórica por la conformación de la identidad chilena, surcada por la sangre mapuche, la influencia europea de los colonos y la del chileno. Teillier anunciaba sin tapujos que en Chile se saqueaba, rechazaba, negaba y asesinaba a nuestros antepasados. Tema que hoy en día arde en ascuas, ya era foco de atención para nuestro autor.

Ideas de esta índole y otras que en la actualidad nos atañen como la crisis ecológica, ya habían sido materias de reflexión. Al respecto, Traverso sostiene que “La crítica a la globalización y al daño medioambiental son asuntos que se enfrentan hoy, después de casi treinta años de su fallecimiento, con, posiblemente, otra terminología y con, claramente, mucho más apoyo y consenso.”. En otras palabras, el tiempo terminaría cerrando filas con el escritor, quien fue adelantado a su época y pionero en vislumbrar temáticas que hoy parecen condenarnos.

El autor pareciera haber acusado con parsimonia que sus versos no estaban siendo abordados con la seriedad apropiada, pues tras “Este falso provincianismo de intención supralocal, desprovisto de una ingenuidad que lo justifique históricamente, quiere reivindicar una poesía que naturalmente no tiene ya nada que decir” en palabras de Enrique Lihn, sí había mucho que decir. El tiempo así nos lo señaló y Teillier lo sabía, cuando proféticamente vaticinara tener: “Nostalgia sí, pero del futuro, de lo que no nos ha pasado, pero debiera pasarnos”.

El trabajo de Ana Traverso parece más imprescindible que nunca, llega en un momento crítico para el planeta y la sociedad. En consecuencia, por lo bajo es necesario adentrarnos en lo que pensaba Jorge Teillier al respecto, observando las situaciones antes escritas con el enfoque de su momento. El poeta prepara el golpe, pero sabe que aún no es momento de soltar la mano.

Es interesante el establecimiento de criterios propuesto por Ana Traverso para segmentar y orientar la lectura, pues cuando estamos frente a un conjunto de textos tan vasto, muchas veces termina siendo difícil alcanzar la conformidad en las expectativas de los lectores. Sin embargo, la académica saca a relucir sus amplísimos conocimientos sobre el autor y su obra, dejando cinco capítulos que se titulan de la siguiente forma: “Los poetas de los lares”; “Retratos”; “Leyendo a sangre fría”; “Confieso que he bebido”; “Crónica del forastero”.

Resulta necesario considerar que Jorge Teillier no escribió ningún manifiesto, en el sentido más estricto de la palabra, pero sí lanzó sus botellas al mar con poemas como “Poeta de este mundo” o “Los dominios perdidos” y el artículo “Los poetas de los lares”, que pueden funcionar como arte poética. Además, fruto de su picardía y perspicacia, dejó una especie de mapa lector titulando astutamente sus libros, de modo que, sin mayores obstáculos, podría realizarse una síntesis, a lo menos sugerente, de su intención poética leyendo los nombres de sus publicaciones.

Traverso espejea este ejercicio con un estilo y categoría no menos atractivas, dejando entrever pinceladas de su distinguido oficio como escritora y estudiosa del autor sureño. Advierte de entrada que “La naturaleza de estos textos es muy disímil -tanto en profundidad, extensión, tono, problemática-, y estas variantes dependerán en gran parte de las características y objetivos del soporte mismo”. Aun así, la clasificación de los textos me parece sumamente coherente y bien lograda.

En el capítulo “Los poetas de los lares”, podemos observar la relevancia y finalidad que la poesía debía reunir para Teillier, una suerte de compromiso. “Retratos”, nos da a conocer quiénes conformaban el universo literario del autor, son sus ropajes e influencias más directas. “Leyendo a sangre fría”, posiciona al poeta como un lector actualizado, que está al tanto del acontecer cultural. “Confieso que he bebido”, es una muestra de la resistencia teillieriana frente al tiempo, pequeñas crónicas de restoranes, bares y lugares que combaten contra el avasallador y enfermizo ruido del progreso. Por último, “Crónica del forastero”, recopila los textos de corte histórico, que ponen en ciernes las inquietudes del autor, el abuso hacia el pueblo mapuche, el racismo del chileno, la conformidad identitaria.

Si se observa con algo de cuidado y detención, podemos notar cómo Traverso juega con las distancias. Estas últimas son esenciales tanto en la literatura como en el boxeo, grandes pasiones del poeta. Así, comenzamos el recorrido en su querido lar, en su terreno fronterizo, luego nos interiorizamos con sus lecturas de cabecera y ya armados, salimos a enfrentar el presente, destacando locaciones que, en esfuerzos titánicos y no siempre efectivos, resisten el frenético ritmo de la modernidad.

Teillier está muy lejos para la crítica, es apenas un forastero, un flâneur que ya no será alcanzado por los golpes, pues como un buen conocedor de la disciplina pugilística, el poeta ya había golpeado y tomado la distancia para no ser conectado. El arte del boxeo es justamente ese: golpear y no ser golpeado.

Juan Pablo Navia Correa. (Chile, 1984). Magíster en Literatura Comparada, Licenciado en Literatura y Docente de Lenguaje y Comunicación (UAI). Trabaja como profesor particular y tallerista. ha publicado Híbrido, Retazos de nostalgia y Nuevas vías de extravío. También ha colaborado con artículos literarios para la revista Antorcha Magacín de Valparaíso.

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