La primera frase del libro indica, de partida, su impotencia frente a lo que quiere narrar: «No sé
muy bien cómo contar una historia. A ratos una historia es una voz». Y la voz es algo que está
siempre presente en el libro. Partiendo con el aria del título que popularizó María Callas, las
reflexiones sobre la voz de Lana del Rey, de la voz propia que canta a escondidas, de la voz que
recita mantras, esas vibraciones que buscan traer hacia nosotrxs una divinidad. El sonido permea
el libro entero, la capacidad de la voz como mantra, lipsync, de ópera o de la voz de Lana, la artista
pop que parece habitar fuera del tiempo, sueño colectivo de una Priscilla Presley del siglo XXI que
solo en el estudio puede dar cuenta de la historia de su propia voz, como el mismo libro reflexiona.
Catherina Campillay, texto presentación del libro (fragmento).
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