El agua, protagonista de este evento toma la forma de sus minúsculos habitantes: caracola,
delfines, lobo marino llegan a la piel como seres de un lugar húmedo donde el cuerpo es único y
diverso: arena, alga, concha, se suman al lenguaje de lágrimas. Pero donde hay humedad nadie
quiere llorar.
Hay playas, y hay una orilla donde el pensamiento se desarma, desmadeja y donde una urdimbre –
un pensamiento, un sentido-previo se desteje. La pena no está hecha de palabras, por eso hay que
nombrarla con un lenguaje húmedo y salado, donde también existen barcos que naufragan.
Soledad Fariña, texto presentación del libro (fragmento).
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