La pasión del que habla, narra o va diciendo estos relatos, estos trozos de prosa, estos versos como surcos en la tierra húmeda, la cámara que lleva y va registrando, con la emoción levemente controlada, lo justo para que el lenguaje no sea el protagonista, sino un medio para escuchar el ritmo íntimo de los seres y poder, por qué no, “distinguir, por su voz, una cascada de otra”. Ricardo Herrera Alarcón
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