El Génesis se distingue por el despojamiento de ámbitos visibles. En este libro se asiste al limbo de
la permanencia, al eco del cuestionamiento que tiene de fondo los entrechoques de los propios
pasos en el discurrir diario. Más que lucha contra la imposición, un desasir el cuerpo de los
cuerpos invisibles y escatológicos que se le prenden para su aprisionamiento. Se asiste al golpe
corporal sobre la pregunta del origen ligada el dios padre, origen masculinizante y tachador de
matices, anulador a priori de otros tipos de existencia llevadas a cabo en la femineidad.
Cuestionamiento al ethos masculino que torna a mostrar la praxis del amor entre mujeres como
encarnación de un verbo que debe conjugarse en vida y no en el campo de la especulación.
Carlos Leiton Tapia (fragmento).
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