Edward Gorey, nacido en Chicago en 1925 y fallecido en Yarmouth en 2000, fue uno de los autores e ilustradores norteamericanos más personales, originales e interesantes de la segunda mitad del siglo xx. Paradigma de lo macabro y de lo bizarro, es autor de un centenar de libros ilustrados e ilustrador de otros sesenta. Autodidacta y excéntrico –vivió la mayor parte de su vida completamente solo, rodeado de sus gatos–, comenzó trabajando como director artístico en la editorial neoyorquina Doubleday y dedicando las noches a trabajar en sus propios libros. Rechazado por los editores, que consideraban políticamente incorrecto su absurdo y morboso humor negro, sus creaciones no alcanzaron al gran público hasta que en 1972 la editorial Putnam publicó la antología Amphigorey y posteriormente Amphigorey también y Amphigorey además –colección Avatares nº 48, 57 y 69–, de las que se han extraído las historias reunidas en el presente volumen y que elevaron a su autor a la categoría de ilustrador de culto.
La pareja abominable y otras historias macabras recoge los relatos más macabros de Gorey, como su escalofriante abecedario de niños muertos –Los pequeñines macabros–, El bebé bestial –toda una fuerza bruta de la naturaleza–, Los primos dementes –que parecen fruto de la endogamia–, La pareja abominable –en cuyo hogar podía haberse criado Ed Gein–, El niño pío –abandonado de la mano de Dios– e incluso una visita del mismísimo Belcebú en Las conjuraciones irrespetuosas. Para definir los dibujos y las historias de Gorey podríamos remitir al lector a una tradición de ilustradores irrepetibles entre los que estarían sin duda, Gustav Doré, Arthur Rackham, Alfred Kubin, Roland Topor, A.A. Milne, y cineastas como Tim Burton o Mark Romanek.
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