El escritor Gustavo Von Aschenbach decide viajar a Venecia en busca de la inspiración perdida. Entre los residentes del hotel donde se hospeda descubre a Tadzio, un joven polaco por el que experimenta una pasión tan arrebatadora como silenciosa. Pero la peste llega a la ciudad de los canales, a un tris de la guerra, asolando como un potente símbolo del eclipse vital de Aschenbach y acaso de todo un mundo.
La muerte en Venecia nos ofrece una trama fascinante. La densidad de sus referencias y la madurez de su maestría formal la sitúan indiscutiblemente en la cumbre de las obras clásicas. Una novela pequeña en extensión pero enorme en sus resonancias, cuyo misterio crece conforme se relee una y otra vez.
Thomas Mann (1875-1955) es una de las figuras capitales de la literatura de la primera mitad del siglo XX y el escritor alemán más importante de su generación. Su trabajo narrativo tiene como primer horizonte la literatura decimonónica, pero, sin duda, fue su permanente indagación en los dilemas de la época y el profundo análisis que desarrolló en torno al alma europea lo que elevó su prosa a la cúspide y lo llevó a obtener tempranamente el Premio Nobel de Literatura (1929). En 1933, con la llegada de Hitler al poder, se exilió en Suiza y luego se trasladó a Estados Unidos. Hizo del ser humano, condicionado por el conflicto que puede surgir entre la vida y el arte, el centro de su obra narrativa, en la que destacan, entre otros títulos, Los Buddenbrook (1901), TonioKröger (1903), La montaña mágica (1924), Mario y el mago (1930), Carlota en Weimar (1939), DoktorFaustus (1947), El elegido (1951) y Confesiones del estafador FelixKrull (1954).