La cifra indescifrable

Las narraciones de La crifra indescifrable, de Héctor Caro Quilodrán, contienen un enemigo que, si bien es de carácter simbólico, se le podría considerar numérico: es, en efecto, un código oculto que nunca se resuelve racionalmente. Permanece en lo profundo de la subconciencia de los personajes, como un convite al lector a una identificación con el lado oscuro de la realidad o de la ficción. Al parecer, el desafío consiste en no escoger una cosa u otra, rompiendo la costumr¡bre de sumar o restar para darle sentido a la vida cotidiana. Una vez aceptada esta premisa, la ambiguedad de cuentos como Fantásticos, Solo o Perdidos se vuelven infinita. ¿Se trata de sueños, fantasías o recuerdos? Jamás queda claro y al mismo tiempo no importa. No existe afán ideológico alfuno en estos juegos de la imaginación, en que la perplejidad es la esencia del deleite artístico. Todo puede sucedero, dicho de otro modo, la verdad y el engaño se ponen de acuerdo para dilucidar tan enrevesadas intrigas. En pocos libros uno encuentra relatos que desmitificaban hasta tal extremo el proceso mental de la creación literaria y simultáneamente entretienen con giros dramáticos o sarcásticos expuestos rigurosamente, como consigue la presente entrega del autor sancarlino radicado en Dinamarca.