El título “El Porvenir de Hegel” se presenta como una afirmación, como una respuesta, anticipada y positiva, a la pregunta ¿tiene Hegel un porvenir? Esta pregunta se plantea inevitablemente al final de un siglo en cuyo curso el pensamiento filosófico, al mismo tiempo que celebra la grandeza de Hegel y reconoce su deuda con él, se comprometió decididamente en un movimiento de distanciamiento, si no de rechazo, ante la forma que dicho pensamiento juzgaba como totalizante e incluso totalitaria, y que se creía plegada en el idealismo especulativo. Hoy es imposible considerar el porvenir de Hegel como adquirido o reconocido pasivamente. Este porvenir debe él mismo advenir; todavía tiene que ser experimentado y formado. La presente obra intenta abocarse a dicha formación.
Con la expresión “porvenir de Hegel” hay que comprender, ante todo, el porvenir de su filosofía. “Porvenir” tiene el sentido ordinario de “futuro”. Etimológicamente significa lo que adviene. Denota igualmente lo que es susceptible de perdurar: “tener porvenir” es ser capaz de una posteridad. Ahora bien, y ese es el problema fundamental, ¿cómo la filosofía de Hegel podría tener una verdadera posteridad, cómo podría prometer algo todavía, cómo podría hacer acontecimiento y orientar el tiempo, si ella ha aparecido, con el tiempo, como una empresa de anulación del tiempo?.