Esta novela sólo la pudo haber escrito el diablo. ¿Cómo terminaría su relato de la primera vuelta al mundo sino con el abandono de un halconero y un fraile en pleno territorio desconocido de la Patagonia? ¿De qué forma diferente a los círculos concéntricos que forman la Tierra podría vincular esa historia con la de Rui Faleiro, cosmógrafo de Magallanes, y con la conversación en un manicomio barroco de Lisboa entre tres narradores de apellido Gil, con la épica espacial de Yuri Gagarin y con el primer descubrimiento de Chile que hace una imaginación precientífica hinchada por la piedra de la locura?
En Retrato del diablo la prosa cómplice, ladina y endemoniada de Antonio Gil construye un vasto espejo donde se disuelve no sólo el ciclo histórico de sus tres primeras novelas según el riesgo insolente de sus últimas entregas, sino también la concepción misma de maldad y la cara enjuiciadora de quien lee sus páginas.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.