¿Qué confiesa Santiván? Desnuda sus convicciones más profundas, sus cavilaciones, genialidades y torpezas; sincera los designios anhelados; acepta su genoma humano y el carácter que de este hereda, revela sus impulsos coléricos; admite exhibirse como testimonio y organismo vivo. Por las variaciones, contradicciones y paradojas de su existencia a través del tiempo y las circunstancias, texto y contexto se ofrecen como un caso irrepetible en la historia de la literatura y la cultura en el Chile del siglo XX. Todo esto, con un lenguaje y una prosa notables.
Esta magnífica obra autobiográfica, que da continuidad a su cronología autobiográfica –iniciada con la célebre Memorias de un Tolstoyano-, tuvo escasa recepción y apenas una edición en 1958 por la editorial Zig-Zag. Ediciones Universidad Austral de Chile a través de la presente reedición,apuesta en poner en valor –a través de un acucioso estudio introductorio- y en circulación, esta valiosa pieza de memoria, legada por quien fuera Premio Nacional de Literatura en 1952 y uno de los forjadores y primer Secretario General de nuestra casa de estudios.
FERNANDO SANTIVÁN. Nació en Arauco en 1886 y falleció en Valdivia en julio de 1973. En esta ciudad, se instaló a vivirdefinitivamente durante la década del cuarenta, colaborando con el periódico “El Correo de Valdivia”. En esta etapa de su vida se integrórápidamente a la comunidad intelectual local para participar en el anhelado proyecto de creación de una universidad regional -la Universidad Austral de Chile- de la cual fuera posteriormente su Secretario General. Su rol en esta empresa es reconocidopor convertirse en un apoyo decidido a la obra del Rector Fundador Eduardo Morales Miranda. Para ese entonces, ya había obtenido el Premio Nacional de Literatura (1952) y publicado la mayor parte de su obra compuesta por más de una decena de títulos.Como gestor, promotor cultural y de fomento lector, destaca su trabajo en la Revista Zig-Zag y en la creación de publicaciones derivadas de esta, tales como El Peneca, Corre-Vuela, Selecta y Familia, entre otras. Luego, en 1912, dirigió el semanario Pluma y Lápiz que reunía a lo más selecto de la literatura nacional; asimismo organizó -como secretario de la Sociedad de Escritores de Chile- los Juegos Florales, aquellos que premiaron a Gabriela Mistral con sus Sonetos de la Muerte en 1914.