La muerte prematura de Krzysztof Kieślowski en 1996 le robó al cine a uno de sus grandes visionarios. Los decálogos, La doble vida de Verónica y la trilogía Tres colores le valieron su reputación como cineasta de clase mundial. Kieślowski era notoriamente reticente e incluso despectivo con su trabajo y talento, pero estas discusiones francas y detalladas muestran una pasión por el cine que animó una vida interrumpida tanto por Hitler como por Stalin y el legado que dejaron estas figuras en Europa del Este.
Moviéndose entre Polonia y Francia, Kieślowski creó algunas de las obras cinematográficas más importantes de los años noventa.