El cine podría ser la última forma modernista o la primera posmodernista, pero ha contaminado infamemente a toda otra forma artística con la que ha entrado en contacto (especialmente a la novela de principios del siglo XX). El cine comercial, con frecuencia realizado en Estados Unidos, maravilló a futuristas, dadaístas y surrealistas; al igual que otras formas de cultura de masas norteamericanas como el jazz, los comics y el periodismo sensacionalista. El cine podría ser o no una religión, pero, en su primitivismo emocional y su tecnología de avanzada, está más próximo a los orígenes cultuales del arte que la pintura o el teatro. El cine podría ser o no un lenguaje, pero ciertamente es una literatura: un cuerpo de textos interrelacionados que se refieren entre sí, y que no son simplemente films, sino también estrellas, directores, géneros, industrias nacionales y más.
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