El libro se enmarca en un proyecto sobre poéticas negativas, abierto por la autora con el fenómeno visionario de Hildegard von Bingen en “Hildegard von Bingen y la tradición visionaria de Occidente” (2005) y continuado por el camino de las manchas y polvaredas en la tradición mística y el arte surrealista, en “La visión abierta. Del mito del grial al surrealismo” (2010). Con una mirada tan erudita como asociativa, Cirlot propone en este libro que las nubes alcanzarían también la categoría de imagen negativa, toda vez que constituyen un modo efectivo de negación del mundo de aquí, activando la imaginación y provocando, así, la creación de otros mundos posibles.
“Las nubes son maravillosas, en el caso de la teología negativa medieval porque sirven de imagen para la experiencia de Dios en su absoluta alteridad con respecto al ser humano y a la creación, y en la modernidad, porque permiten construir mundos otros, sustitutivos de este. En ambos casos, su maravilla se fundamenta en su negación.”