Trabajo de campo en América Latina. Experiencias antropológicas regionales en etnografía satisface una imperiosa necesidad: reconocer y poner en diálogo la incesante e inclaudicable labor de los antropólogos latinoamericanos como investigadores de campo. Rosana Guber (Argentina), Cornelia Eckert (Brasil), Myriam Jimeno (Colombia) y Esteban Krotz (México) reunieron 37 autores y 30 artículos, algunos inéditos, otros ya publicados, que reflexionan sobre el lugar de las experiencias etnográficas en la producción de conocimiento sobre y desde la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
Estas reflexiones se agrupan en seis secciones, concentradas en las primeras reflexiones sistemáticas de grandes hacedores de la antropología profesional en el continente, la articulación del trabajo de campo con la etnografía, la persona del investigador, la reflexividad, la experiencia docente, el trabajo de campo en las ciudades, las alternativas metodológicas en proyectos aplicados, en consultorías y en coyunturas críticas, y cómo pensar y hacer etnografía en situaciones de peligro para los investigadores y para sus interlocutores en el campo y en la academia. La obra concluye con un anexo de referencias bibliográficas latinoamericanas sobre trabajo de campo y etnografía. Un sitio especial se destina a colegas que, con sus textos y trayectorias, colaboraron decididamente a la realización, difusión e institucionalización de las antropologías en América Latina. En sus proyectos y en sus logros el trabajo de campo siempre tuvo un sitio clave y destacado.
Trabajo de campo en América Latina habla con muchas voces, desde el pluralismo de los sesgos, los intereses y las historias, desde el compromiso que demandan la mirada directa, el habla confidente, la mano abierta, y también desde el temor y la sospecha, el retaceo, la lisa y llana mentira, y la desilusión. Esta compilación es sólo una pequeña muestra de la gran experiencia que los antropólogos latinoamericanos han forjado estando allí, con peligros y logros, con labores empecinadas y a veces truncas, buscando producir un conocimiento más genuino que se funde en la presencia irremplazable de investigadores e interlocutores en lo que conocemos, enseñamos y escribimos como “trabajo de campo”.
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