La fotografía de Thich Quang Duc en llamas. La imagen como origen del poemario de Maximiliano
Andrade (1990), como efecto de combustión podríamos decir. Bonzo presenta un juego a dos
voces que se despliega en sus tres secciones. Por una lado, una voz testimonial que vive en carne
propia el paso del fuego por el cuerpo y, por otro, una reflexiva, acaso científica, consciente de la
limitación de las palabras: “las palabras no sufren ni sangran ni palpan” (13), “el lenguaje es un
desierto de fuego” (15), “decir cien veces luz / no suplanta / la luminosidad” (55). Ambas voces
intentan reconstruir el lenguaje del fuego, la escritura que quema en el cuerpo.
Gastón Carrasco, Revista Intemperie, (fragmento).
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