Este nuevo texto publicado por Tiempo robado editoras contribuye a comprender el periodo previo al inicio de las grandes movilizaciones estudiantiles de 2006, 2011 y 2012 y, sobre todo, los procesos sociales y políticos que constituyeron su origen. En el escenario de la precaria democracia de la posdictadura el movimiento estudiantil enfrentó el férreo despliegue de las políticas de consenso que mantuvieron, e incluso profundizaron, las principales características del modelo impuesto en dictadura. Como se sabe, la educación no fue una excepción.
Luis Thieleman destaca el surgimiento de ese movimiento social que resistió lo que aparecía entonces como “la modernización en forma”. Resistencia desplegada en abierta contradicción con todos los pronósticos sobre el fin de la historia que, en el Chile de la época, dominaban casi sin contrapeso. Por esta razón el autor se refiere al movimiento estudiantil de los noventa como “la anomalía social de la Transición”.
Thielemann traza un largo recorrido desde la caída del rector designado José Luis Federici en 1987, la crisis y despolitización creciente que siguió, el endeudamiento, la reconstrucción a partir de 1992 y el periodo de reflujo hasta el 2000. También aparecen con nitidez las operaciones de desmovilización y cooptación de las organizaciones sociales que caracterizaron la gestión de los gobiernos y los partidos oficialistas. Cierran el texto algunas notas sobre el ascenso del movimiento estudiantil en los años posteriores. En suma, una larga marcha ‘a contrapelo’, y, muchas veces, en solitario.