Jaime Hales nos dice en su prólogo: Claudia se ha atrevido a desatar su capacidad creativa y ha
comenzado a escribir poemas. Recuerdo con mucha emoción cuando me envió sus primeros
textos, que ella no se atrevía a llamar “poesía”. Y desde ese momento se despertó una pasión
generadora de poemas que, como toda obra, conecta las vivencias de la autora con la
universalidad de las experiencias humanas, circunstancia que nunca cesa de impactarnos y
estremecernos. Nada más fuerte y hermoso como definición de arte es aquella frase de un
comentarista anónimo que dijo: “El arte se reconoce cuando la emoción sacude a un desconocido
que ha tomado contacto con la obra”.
Y es lo que nos pasa con estos poemas que Claudia ha seleccionado para entregarnos. Ellos nos
llegan a fondo y revelan una experiencia que es dramáticamente universal: el amor y el dolor, el
amor y la esperanza, la cotidianeidad y la trascendencia, todo ello unido en la belleza sintética de
las expresiones y en relato sutil que contextualiza la vivencia, no solo de la poeta, sino por sobre
todo del lector circunstancial que descubre todo ello como certero en su propia experiencia vital.
La poesía, aun la épica, toca las fibras más sensibles de la vida humana. Es la conexión del arte, la
palabra, el sentimiento, la historia real y la deseada, la posible y la imposible. Se nos abren
compuertas y la vida se llena de preguntas, que, una tras otra, van sacudiendo nuestro ser integral,
surgiendo dudas desde el intelecto y la emoción, la espiritualidad y la corporalidad, dimensiones
en las que el amor irrumpe sin trabas, sacudiendo todo cuanto encuentra a su paso. Las preguntas
quedan en el aire, para terminar con la más dramática que formula Claudia en uno de sus textos:
“¿Cómo me enamoraré, después de ti?”.
Celebro este poemario, celebro a la nueva poeta que reafirma su voluntad humanista para seguir
ayudando a otros, pero habiendo aprendido lo fundamental: quien no se ayuda a sí mismo, no
puede ayudar; quien no se ama, no ama.
La escritora y psicóloga Patricia Fernández ha dicho: “Claudia Figueroa tiene una extraordinaria
capacidad de transformar el dolor en arte. Su poesía reúne la belleza y la vivencia como hebras de
un tejido sorprendente.”