Las durmientes de Camila Valenzuela nos atrapa como la maldición a sus protagonistas. Cien años. Ni uno menos. Ni uno más. Cien años de uvas negras en el campo maulino. Cien años de niebla en la casa patronal. Cien años de esperanzas truncadas, de dedos rotos, de dedales y agujas. Cien años de golpes y de soledad. Es la historia otra, esa que no aparece en las fotografías ni en los registros oficiales. La del cuarto de costura. La de las conversaciones a media voz. La del silencio impuesto. “Pero todo va a caer”, es la sentencia. Porque los hilos negros ya hicieron lo suyo: ellas, las dormidas que nos antecedieron, nos han despertado de nuestro letargo. –Claudia Andrade Ecchio
Premio Medalla Colibrí 2019