Si los generalizados diagnósticos sobre la crisis actual de legitimidad de las instituciones gubernamentales yerran en un punto, ese es precisamente en el de concebir a esta última como una crisis de la política. Michel Foucault y Jacques Rancière nos advierten, frente a esas lecturas reactivas del presente, que la política no reside donde se la ha intentado delimitar: en el orden policial del reparto de lo sensible y en la gestión económica de los individuos y las poblaciones. Al contrario, la política surge de la mano con procesos de subjetivación colectivos capaces de provocar un desplazamiento de los lugares desiguales fijados para los cuerpos y sus funciones en la sociedad. Los ensayos reunidos en Gobierno y desacuerdo no sólo abordan los (des)encuentros entre dos figuras claves del pensamiento contemporáneo, abren además un necesario debate sobre las posibilidades de concebir nuevos modos de la política.