Los desplazamientos condicionan inevitablemente la vida cotidiana de las personas por lo que supone una gran responsabilidad para quienes diseñan el territorio o gestionan su funcionamiento. No solo porque en España cada persona dedica dos horas al día de media a desplazarse, sino porque la movilidad garantiza derechos y favorece las oportunidades de la ciudadanía. De ahí que la infraestructura viaria, el transporte público o la regulación del tráfico cobren importancia; pero también la tiene el uso que se les dé. El autor realiza propuestas para mejorar los hábitos de movilidad con la convicción de que influyen en el proyecto vital de las personas y permiten aprovechar las posibilidades que la ciudad ofrece.
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